Ayer...
Retrocedamos a tiempos antiguos y veremos que todas las grandes y pequeñas poblaciones, pueblos y aldeas, carecían de muchas cosas, abundaba poco el lujo, las diversiones, centros recreativos, paseos, etcétera... La vida era muy ordenada, cada individuo se extralimitaba muy poco. Todo hombre, después de su trabajo, de cualquier índole que fuese, no iba a ninguna parte: el oficinista, a su casa; el trabajador del campo, a la suya, y todos por el mismo estilo; una función al año, en que se solía derrochar la alegría nada más, y punto final.
Eran viejos, siendo jóvenes; no teniendo dinero, no carecían de él porque para nada lo necesitaban, y cuando disponían de unas pesetas las enterraban en cualquier sitio para que no se las robasen, aunque creo que para no gastarlas.
La sencillez, tanto en la ropa como en comidas y demás, imperaba en aquellos tiempos; un gabán largo nadie lo usaba; un sombrero era caro y no servía para nada; unos zapatos de piel fina o de charol, mucho menos; unas chuletas era un lujo, y solamente se podían comer el día del santo del dueño de la casa; los artículos de repostería eran golosinas; sin embargo, la patata y la judía se comían a todas horas.
Vivían en casas destartaladas, medio derruídas por la acción del tiempo y el transcurso de los años, utilizando por asientos taburetes de madera, sillas desvencijadas y nunca usaban butacas.
Para trasladarse de uno a otro punto no había otro medio de locomoción que una mala bestia, so pena de ir andando. Todos trabajaban; casi no había distinción de clases entre pobres y ricos.
Y a pesar de esta vida con tantas y tan grandes incomodidades, Ias generaciones de antes, nuestros abuelos, bisabuelos, etc., eran fuertes, vigorosos y conseguían vivir muchos años.
Y esto fue ayer.
Hoy...
Grandes y pequeñas poblaciones, pueblos y aldeas, no carecen de nada, abunda el lujo, las diversiones, centros recreativos, paseos… y lo que es peor, el vicio.
La vida se ha vuelto menos ordenada; se termina el trabajo y el oficinista marcha a su tertulia, a su peña del casino; el trabajador del campo a la taberna, donde se reúne con los demás y bebe; en seguida hay funciones con cualquier motivo, celebramos todas las del año, salimos a otras poblaciones, al teatro, toros, conciertos, bailes y presenciamos todos los deportes.
Los viejos ya parecen jóvenes, alternan, se consideran para juegos y diversiones como estos últimos, todos necesitan dinero, y cuando disponen de él, casi antes de que llegue a sus manos se lo gastan.
Los vestidos ya se hacen con lujo; ya usamos gabán, sombrero y zapatos, y de lo mejor que haya; se comen chuletas a diario, y el día del santo de uno es un derroche; bebemos licores de las mejores marcas, comemos pastas y dulces, y fumamos hermosos cigarros puros; no nos conformamos con celebrar el santo, sino también el cumpleaños. Ya no hay patatas ni judías más que una vez al año como máximo.
Vivimos en casas arregladitas y con las mayores comodidades, tenemos butacas, chaisse-longue y magníficos divanes. Ya no todos trabajamos, solo lo hace el que verdaderamente lo necesita y gracias al talento de los hombres, conseguimos ir de uno a otro punto en coche, tren o automóvil.
Y con esta vida tan llena de alegría y comodidades, esta generación está débil y enfermiza y vivirá menos años.
Y esto es hoy.
Mañana...
Nadie lo sabe; sólo Dios es capaz de saberlo; ya no lo veremos. Será el caos, un maremagnum de acontecimientos que será interminable, no habrá conformidad con el lujo, las diversiones, todo será poco; no habrá orden ni concierto en la vida, no sabemos dónde llegarán los seres.
No habrá viejos ni jóvenes, se hará cada uno de la edad que le acomode, las ropas se fabricarán de un soplo, el dinero sobrará, nadie trabajará, se comerá bien, pero... ¡qué digo! ¿Se comerá dinero? ¿Será posible sustentarse con ese preciado metal?...
Tendremos palacios, banquetes a diario, muebles y demás artefactos de oro y con los más nimios detalles.
Se viajará en aeroplano, o quizá el talento de los hombres llegue al punto de ponerse cada cual dos alas y volar... volar a lo infinito...
Y con esta vida, todo, sin remedio, todo será… polvo.
Y esto será mañana.
Isidoro Vos
(CAMINO ADELANTE… Mayo 1923)