¡Que deje de quererla! ¡que la olvide!
¡Que borre sus recuerdos!
¡Que la abandone y huya lejos, muy lejos!
¡Que a su lado no esté!
¡Que me separe! ¡que no toque su cuerpo!
¡Que sus frases desoiga!
¡Que no escuche, sus amantes consejos;
Cuando mi corazón, para adorarla,
Ha levantado misterioso templo!
¿Eso exigís de mí? ¡Monstruos! ¡Crueles!
¡Seres sin corazón ni sentimientos!
¿No sabéis que es mi vida y que me quiere
Con el mismo delirio que la quiero?
¿Ignoráis que su alma con mi alma
Hace tiempo las dos se confundieron,
Para juntas vivir eternamente
Y remontarse de la Tierra al Cielo?
¿Sabéis lo que pedís? Pues es lo mismo,
Que pretender que Dios se vuelva ateo,
O pensar en que los astros giren,
En el Mundo, sin orden ni concierto.
No pretendáis jamás que yo la olvide;
No intentéis separarnos, yo os lo ruego;
Porque dejar de amarla es imposible
Y que deje de amarme, no lo creo.
Arturo Segovia
(CAMINO ADELANTE… Mayo 1923)